Reflexiones para tí.

El escudero de Saúl

Cuando el escudero vio que Saúl caía muerto, también él se arrojó sobre su propia espada y murió con él. 1 Samuel 31:5.

El miedo nos hace actuar de maneras extrañas. Saúl tiene miedo, no de morir, sino de ser muerto por infieles. Los filisteos consiguen matar a sus tres hijos y a muchos de sus soldados. Ahora van detrás del “pez grande“. Saúl exige al escudero que lo mate, pero este soldado está tan asus­tado como su jefe y no tiene reacción. El miedo te paraliza, no obedeces, pero tampoco respondes. No solo dejas de hacer lo correcto, tampoco tienes capacidad de contraatacar. El grupo de amigos te presiona, sientes el miedo de ser rechazado y actúas de una manera extraña para ti mismo. Recuerda que tu Monte de Gilboa puede estar a la vuelta de tu casa.

El miedo de Saúl lo lleva a realizar su último error: se suicida Aquel hombre que había sido elegido por Dios para marcar el rumbo de su pueblo en esta Tierra, termina sus días de manera lamentable.  Es en esos momentos de an­gustia en los que deberíamos aprender a levantar los ojos al Cielo, en busca de socorro. El gran problema es que muchos de nosotros hoy. Igual que Saúl hace siglos, nos desacostumbramos a mirar hacia el Cielo. Nuestra mirada no va más allá de la punta de nuestro zapato.

Los escuderos vivían para servir a su señor. Supongo que fue la primera (y última) orden que no obedeció. El respeto demostrado en vida se repite en la elección de la muerte: él también se suicida.

El rey no exige ni sugiere a su siervo que realice tal acción; pero él se sacrifica como última acción heroica y de lealtad para con su rey. ¿Cuál es tu acción límite para con tu Rey celestial?

Las acciones de Saúl y del escudero son externamente iguales, pero pro fundamente diferentes en sus motivaciones. Judas pudo haber hasta llorado en el Templo cuando devolvió las infames monedas; Pedro también lloró, pero un llanto bien diferente. El fariseo y el publicano oran al mismo tiempo y en el mismo lugar, pero son oraciones muy diferentes. Los justos y los injustos están juntos delante del Juez el último día, pero recibirán juicios absolutamente diferentes.

 

Tomado de: Lecturas devocionales para Jóvenes 2014
“365 Vidas”
Por: Milton Betancor






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