Reflexiones para tí.

A Dios le importa tu corazón

Y Jehová respondió a Samuel: No mires a su parecer, ni a lo grande de su estatura, porque yo lo desecho; porque Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón. 1 Samuel 16:7.

Nos guste reconocerlo o no, a igualdad de talentos, capacidades y capacitación, en general tiene mayores probabilidades de ser seleccionada para ocupar un puesto, en cualquier ámbito, la persona que presente una mejor imagen personal. Incluso, sobre todo en las áreas de trabajo femenino, como las secretarias, a veces gana el puesto la más bella y no tanto la más eficiente.

Del mismo modo, la sociedad tiende a valorar a quienes son “importantes”, en términos de posición económica, logros académicos, profesionales, artísticos, deportivos y políticos. Se pasa por alto a la gente común, humilde, que abnegadamente y muchas veces heroicamente cumple con su papel cotidiano como trabajadores, padres, hijos o amigos.

Pero Dios tiene otra mirada. Como dice nuestro texto de reflexión para hoy, él no ve las cosas como las ven los seres humanos; tiene otra perspectiva y otros valores. Él sabe que la gente que más vale no es necesariamente la que tiene más dinero, opulencia, propiedades, joyas, ropa fina y títulos universitarios, ni la más talentosa o la más bella. Sabe que lo que importa es qué tipo de corazón tiene: si en su interior hay amor, simpatía por otros, solidaridad, rectitud, honestidad, integridad, ternura, pureza, humildad, mansedumbre. Es decir, lo que nos hace verdaderamente humanos, en el sentido pleno del término. Lo que importa es nuestro fuero íntimo, la calidad de nuestros sentimientos hacia Dios y hacia los demás.

Hoy, Dios sabe lo que hay en tu corazón. No pretende hallar perfección en él, pero sí sensibilidad, sencillez, deseos de andar en sus caminos. Sabe de tu ternura, de tu deseo de ser íntegro, honesto, puro; de tu deseo de amar a la gente y hacerle el bien, y nunca dañar a otros. Si tal es tu corazón, no te importe tu apariencia, tus títulos, tus logros o tu posición social y económica. A Dios le interesa tu corazón, que es lo único que llevarás al cielo cuando él regrese a buscarnos.

Tomado de: Lecturas devocionales para Jóvenes 2015
“El tesoro escondido” Por: Pablo Claverie






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